lunes, 22 de julio de 2013

Y no vas a cambiar, siempre serás el que fuiste ayer.

Perder la confianza es algo que no se recupera ni con el tiempo, ni con las ganas. Es tan difícil volver a confiar en alguien cuando te fallan. Muchas veces preferimos cerrar los ojos a las cosas y no verlas. Aunque te lo digan, aunque haya millones de cosas y pruebas de que son así, encerrarnos en nuestra idea de que todo está bien es más fácil que salir y enfrentarlo. 
Pero llega un momento que las mentiras se terminan. Un momento en que todo lo que parecía estar tranquilo, en un segundo, se alborota. Todo eso que parecía estar bien, todo lo que parecía ser total y completamente de uno se cae abajo. 
No hay nada más horrible que darse cuenta que la persona a la que queres te mintió por mucho tiempo. Ver el otro lado de todo lo que pensabas que era, ver la realidad, darse cuenta que las cosas no son lo que parecían ser. Pasar de sentirte la primera a sentirte la octava, y eso la verdad que no está bueno. 
Perder la confianza es descuidar a alguien pensando que va a estar siempre ahí, esperando y esperando a que vos te des cuenta, a que vos entiendas que no necesitas todo lo demás, que estando con una sola persona se vive mejor que con tantas. Pero ese momento nunca llega, porque de tanto descuidarla esa persona que pensaste que iba a estar siempre para vos, de a poco va desapareciendo. Ya no está esperando que le hables, ya no está esperando que la llames, ni que te acuerdes de ella. Ya no espera que la invites al cine, al teatro, ni a tomar un helado. Esa persona que pensaste que iba a estar siempre, desaparece y vos no te das cuenta. No te das cuenta porque no la cuidaste, porque no estuviste mirándola como desaparecía. 
Pero en ese momento es cuando te das cuenta que ya no es lo mismo, que la persona que creías que siempre iba a estar ahí ya no está. Ese es el momento en el que miras hacia atrás y lo único que ves es un vacío. Ella la no iba a estar más ahí, ella ya no iba a esperar más. 
Y ahí es cuando te acercas a la esquina en la que ella solía estar esperándote tanto tiempo y te das cuenta que ya no está el calor que había, ya no hay nada ahí. Lo único que queda es frío y vacío. Mires para donde mires no la vas a encontrar. Ella se fue. Se cansó de esperar que te dieras cuenta que es lo único que necesitas. Pero ya es tarde para todo, ya no puedes ir a buscarla. Por mucho que corras y te apures, ella tiene una marca. Una marca que no se cura ni con el tiempo, ni con las ganas. 
Y ahora ella empezó algo nuevo, intentará buscar a alguien, intentará volver a confiar en alguien. Pero siempre vas a estar ahí vos, siempre te va a tener en su corazón. Siempre va a acordarse de todo el tiempo que esperó. Pero eso no significa que tengas otra oportunidad, porque ya la tuviste, una, dos, tres y miles. Lo tuviste todo y lo dejaste ir. No fuiste a buscarla mientras te esperó, esperaste a que se canse, esperaste a perderla y ahora ya es tarde. 

Lo único que ella puede hacer ahora es mirarte. Mirarte como disfrutas de tu vida sin ella, pensando que hubiera pasado si esperaba un rato más. Pero ya no, ya no va a volver. 

jueves, 18 de julio de 2013

En mi vida cometí dos grandes errores:
CONOCERTE y ELEGIRTE
Pero sé que si tuviera la oportunidad de volver el tiempo atrás.
Si sólo me dejaran volver a ese momento, a esa mirada, a ese segundo en el que te miré por primera vez. Volvería a hacerlo. Volvería a caer, una y otra vez. Volvería a mirarte, elegirte, imaginar un futuro juntos. Y después, tal vez, desilusionarme una vez más.